Este blog fue creado pensando en Dacne y está dedicado a Wendy González Salinas

domingo, 15 de marzo de 2015

DÍA DE MUERTOS (CUENTO) Por Carlos Bernal Romero

 ¡No que no, cabrones!
Epitafio de un hipocondriaco

De unos días a la fecha Ernesto Cardenal se había sentido bien en todos los aspectos y como pocas ocasiones en la vida las cosas le salían a la perfección.

Logró algo que sin buscarlo, anhelaba tenerlo:

El respeto, admiración, simpatía y cariño

de mucha gente de la comunidad donde habitaba.

No de todos, porque eso no lo pudo loar ni Pedro Infante y parafraseando a Cuco Sánchez, Ernesto Cardenal, también decía:

“No soy monedita de oro”

Si se pudiera encerrar en una frase el estado general de su vida en ese momento, la indicada sería el título de una película italiana, dirigida por Etore Scola:

“La nave va”

Lo que más disfrutaba Cardenal era que al salir de su casa, la gente con la que se topara, lo saludara y lo dijera:

“Adiós Ernesto que te vaya bien”

Siempre había pensado que después de la familia y los amigos, era importante que los vecinos o conocidos del lugar, sino afectuósamente, si lo saludaran al verlo pasar.

Pero desde que tenía memoria, le habían dado un consejo digno de una película de terror:

“Todo estará bien, mientras no salgas de aquí”

Hoy con 30 años recién cumplidos, pensaba que más que un consejo, se trataba de una de las llamadas “Leyendas urbanas”; sobre todo para espantar a los niños y no se apartarán de ahí, para visitar otros barrios que podrían ser peligrosos.

Ahora se sentía lo suficientemente maduro para realizar el “Viaje prohibido” de su niñez: Cruzar los límites de su comunidad y conocer otros sitios. Cuando su mejor amigo lo reconvino:

“No te vayas, te gustará mucho lo que encontrarás”

A pesar de esta última advertencia; Ernesto con mochila al hombro, el domino 2 de noviembre del 2014, salía por primera vez en su vida de su “Tierra chica” (Como le gustaba decir)

Al llegar a la Ciudad de México; se maravilló con lo que observó y se dio cuenta que todo lo que le habían contado y él leído, se quedaba corto, con la majestuosidad de cada uno de sus rincones.

Una semana después se le había terminado la comida y también había tenido que dormir en la  Central Camionera del Norte; porque además de que nadie lo saludaba y mucho menos devolvían la sonrisa cuando se metía a un restaurante u hotel.

Parecía que su dinero no valía o en el peor de los casos como si él fuera invisible a la vista de la gente que estaba a su alrededor, que  pasaba al lado suyo ignorándolo por completo.

15 días después: Derrotado, hambriento y cansado por dormir en lugares muy incómodos, en el camión de regreso, el principal problema de:

Ernesto Cardenal era:

Que no se había cuenta que estaba muerto.

Sala de mi casa
20:00  -  21:00 p.m.
14/III/2015

2 comentarios:

Unknown dijo...

Caballero muy buen cuento para ejemplificar que el desobedecer implican consecuencias pero vaya consecuencia de nuestro protagonista morir y no darse cuenta caray que fuerte.... pero bueno es impactante, la ciudad de México es majestuosa pero la gente te pasa a tu alrededor sin verte va de prisa a su paso, quien si voltea a verte es quien va a robarte y ni quien se meta a salvarte, ni que decir el metro en horas pico jajaja uy yo que ya muero por ir de nuevo....

martukish dijo...

qué fuerte!! Me impactó... espero nunca me pase eso, porque también hay muertos en vida... y no son zombies..