Para
Ignacio
López Tarso
Y
su extraordinario “Hombre
de papel”.
“¡Habla!”
José Carlos Alejandro
Sánchez Monroy a Titino
Una
de las tradiciones artísticas más arraigadas en el gusto de los mexicanos,
desde mediados del Siglo XX, son los ventrílocuos y sus muñecos. Los más conocidos
y famosos sin duda alguna han sido:
Paco
Miller con “Don Roque” y:
Carlos
con “Neto y Titino”
De finales de ese siglo, podemos mencionar a:
Johny
Welch con “El Mofles” y:
El
Mago Frank con “El conejo Blas”
Quizás
el éxito de estos artistas tenga mucho que ver con la ilusión de los
espectadores, que sin importar su edad, están convencidos que de verdad los
muñecos tienen vida y hablan.
Aunque
a pesar que en los últimos 14 años no ha surgido otro ventrílocuo que vuelva
entrañable a su muñeco, como los cuatro arriba mencionados.
Hasta que a
principios del 2014 apareció “Chuchet El ventrílocuo de los niños”, que
desde su debut, causo sensación, con todo el mundo, no sólo los chicos.
Su
rutina cómica era buena, pero no superaba a otras hechas con anterioridad. En
donde se encontraba su magia y diferencia con los anteriores artistas de su
género, no sólo mexicanos sino de todo el mundo, era su técnica revolucionaria.
Los
adjetivos tanto de los espectadores que lo veían en vivo como de los periodistas
de espectáculos eran:
“¡Genial!”
“¡Asombroso!” “¡Espectacular!”
De
esta manera “De la noche a la mañana” se convirtió en el artista más mencionado
en el medio artístico mexicano. No había día que tanto en:
Periódicos,
revistas, televisión, radio e internet
se
hablara de él.
El
encanto y fascinación que ejercía:
“Chuchet
El ventrílocuo de los niños”
es
que no tenía un muñeco sino que hablaba solo haciendo diferentes voces y el
mismo se contestaba.
Realizaba
la misma mímica que uno de sus colegas que tenía un muñeco y hablaba con él
como si fuera real, lo estuviera viendo y existiera físicamente.
Lo
que nadie sabía, era que:
“El
ventrílocuo de los niños”
no
era innovador ni mago en lo que hacía, sino que:
Chuchet
era esquizofrénico.
El Portón Plaza Eduardo Molina
17:13
- 18:13
p.m.
31/V/2014
1 comentario:
Jajajajajajajajajajajaja, ahí ta la cosa, luego una ya no sabe sí lo que dicen y hacen es verdad o mentira o sus propios demonios hablando, excelente cuento...
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