La única diferencia entre un loco y yo; es que yo no estoy loco
Memorias de un psiquiatra
Dicen los que saben del tema que los psicólogos y psiquiatras al tratar la mayor parte de su vida y carrera con gente con problemas mentales, que están a punto de perderla o de plano ya perdieron la razón; al final también quedan algo “tocados”
A menos que de
verdad tengan una mente muy fuerte y tengan la suficiente claridad que están
desarrollando un trabajo como si fueran actores y al “colgar la bata” en el
perchero; regresen a ser personas comunes y corrientes.
Ernesto Cadena Martínez era una persona
muy correcta que antes de dirigirse a una persona decía “Por favor” y después
cuando le hacían un trámite o prestaban algún objeto. Terminaba con un
“Gracias”
As´, era afecto a
las formas y lo demostraba a la hora de hablar con los demás. Tenía una frase
que repetía a la “menor provocación”
“El gusto es mío”
Por tal motivo era bien recibido en
todos los lugares que iba, porque les sorprendía gratamente a los demás sus
maneras tan finas y correctas de conducirse.
Estudiante de Psicología de la UNAM
muchas veces tenía que “lidiar” con gente que caminaba por la delgadísima línea
que separa a la realidad de la locura.
Tal vez este
aspecto de su personalidad representaba una especie de barrera para no caer,
como dice la canción:
“En ambos lados de la realidad”
Llegó a séptimo semestre de la carrera
y para poder titularse tenía que hacer su servicio social y era obligatorio
hacerlo en una dependencia del gobierno.
Estaba indeciso en qué lugar llevarlo a
cabo. Ara salir de dudas acudió con uno de sus maestros y como respuesta le
dijo:
“Lo mejor sería un hospital
psiquiátrico”
Aunque el conejo
venía de una de las “eminencias grises” de la Facultad; no estaba muy
convencido de realizarlo en un lugar así; sobre todo por la mala fama que
tienen estos lugares en la Ciudad de México.
Lo “consultó” con la almohada y al
lunes siguiente con todo y sus buenas maneras; se presentó con el Director del Hospital
Psiquiátrico “Dra. Claudia Sheinbaum Pardo” para plantearle sus inquietudes.
Aceptó su
propuesta y de inmediato se presentó a laborar en el pabellón de los enfermos
más tranquilos; que su único desequilibrio mental, consistía en creerse
personajes importantes de la Historia de México.
De esta manera vio caminar por los
pasillos a:
Hidalgo, Morelos, Benito Juárez,
Emiliano Zapata, Panchito Madero y al General Lázaro Cárdenas
Cuando se tomaba un descanso. Se le
acercó un hombre diciéndole al tiempo que le extendía la mano:
-Soy Andrés Manuel López Obrador
Presidente de México: Mucho gusto
Sin saber quehacer en ese momento:
Ernesto Cadena Martínez
Reaccionó casi al instante y
puntualizó:
-Yo soy Jesucristo y:
El gusto es mío.
La Casa de Las Lunas
22:00
– 23:00 p.m.
4/II/2023
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