Para
mi hermano Mayo
Que
es a todo dar
Póngale un poco más de ron al café Doña Gertrudis
Oído en La Lagunilla
Los velorios en México y sobre todo en la capital pueden ir desde la auténtica pachanga como en las películas mexicanas y la canción del Maestro Chava Flores:
“Cerró sus ojitos Cleto”
hasta melodramas
dignos de una truculenta telenovela
Lo que no puede
faltar en ninguno de los dos casos es la bebida y la comida. Desde un sencillo:
“Café con piquete” (que puede ser ron, tequila o mezcal) y galletas o pan
dulce; hasta auténticas cenas (que incluyen botanas, canapés, refrescos y hasta
jugos)
Alberto y José Juan se habían quedado
de ver en el “Sanborns de Pabellón Cuauhtémoc” para primero desayunar y después
pasar un día agradable como hasta las ocho de la noche; en que José Juan
llevaría de regreso a Alberto a su casa.
El primero descansaba
los martes y más o menos se quedaba de ver con el segundo cada tres semanas o
un mes para pasar un día tranquilo; que casi siempre terminaba con una comida
cena preparada por Esther, la esposa de José Juan con la que Alberto se llevaba
muy bien.
Recién jubilado
JJ, era dueño total de su tiempo y podía manejarlo como mejor le pareciera.
También tenía la manía desde hace bastante tiempo de traer muy poco efectivo en
la bolsa; porque le gustaba pagar absolutamente todo con tarjea de crédito o de
débito.
El martes siete de febrero después de
desayunar le dijo a Alberto, que esta vez no irían a su casa, porque tenía que
hacer un encargo; que si quería lo acompañara o lo podía dejar en una estación
del metro.
Para pasar la tarde como siempre,
aceptó irse con él. Se tardaron mucho más de lo planeado y por tal motivo José
Juan no paso al cajero automático a sacar dinero para comprar cosas para la
comida; como era su costumbre.
Cuando se dieron
cuenta ya eran las nueve de la noche y José Juan le preguntó a Alberto:
-¿Quieres cenar tacos?
Como desde la mañana no había probado
nada y tenía hambre respondió:
-Por supuesto
Fueron a una
taquería que le gustaba mucho a JJ, pero que no aceptaban tarjetas de crédito y
se acordó que tenía menos de 100 pesos en la bolsa y se lo comunicó a su amigo
que le dijo que se estacionara para pensar lo que harían.
Sin darse cuenta lo hicieron frente a
una funeraria y cuando estaban a punto de bajarse del auto; salió un hombre del
interior y les preguntó:
-¿Vienen al velorio?
Sin pensarlo dos veces y sorprendiendo
a su amigo Alberto:
José Juan respondió:
-Sí.
La Casa de Las Lunas
22:00
– 23:00 p.m.
11/II/2023
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