Este blog fue creado pensando en Dacne y está dedicado a Wendy González Salinas

domingo, 8 de enero de 2017

LAS CINCO CAMPANADAS (CUENTO) Por Carlos Bernal Romero

Reloj  no  marques  las  horas  porque  voy  a  enloquecer
Oído  en  “La Castañeda”

Ramiro Gamboa Rodríguez era un asiduo visitante del llamado “Primer Cuadro” de la Ciudad de México. Desde que tenía cinco años acompañaba a su papá a esas calles donde estaba la joyería que él trabajaba.

Cada vez que podía, el señor Gamboa le decía:

“Huele y siente los aromas del Zócalo, porque en ellos encontrarás la esencia de nuestro país”

Como todo niño, Ramiro tomaba los consejos de su papá como si fuera “La Ley de Dios” y no sólo agudizaba el olfato y el tacto, también ponía sus oídos muy finos cuando sonaban las campanas de Catedral.

Cuando daban las cinco de la tarde en punto; Don Maximiliano Gamboa indicaba:

“Apréndete ese sonido de memoria, indican las cinco de la tarde”

Durante los siguientes 10 años siguieron la misma rutina, de su casa a la joyería y siempre con las mismas recomendaciones paternas, las cuales escuchaba con mucha devoción.

Más tarde como sucede con todos los adolescentes; que se convierten en adultos aunque con dificultad, Ramiro se separó de su padre y trato de hacer una vida independiente.

Por supuesto no podía dejar de regresar al “Centro Histórico”, porque los recuerdos le pesaban mucho y ahí estaban los mejores momentos de su infancia y todos los recuerdos familiares.

Así, no era raro verlo a los 50 años por las calles de Madero, siempre caminando en la “Plaza de la Constitución”, poniéndose enfrente del asta bandera, para admirar a su manera, la grandeza que encerraba.

Se sentaba junto a la Bandera Nacional y ponía en “juego” lo sentidos de los que disponía; para disfrutar de una tarde acogedora en la cual no necesitaba la compañía de nadie.

Un domingo de tantos la nostalgia se apoderó de él, más que nunca en los últimos 10 años e irremediablemente se dirigió al Centro, para tratar de “Espantar a sus fantasmas”

Era un “Hombre hecho y derecho” de medio siglo de vida que a pesar de las adversidades, había podido salir adelante por si solo sin ayuda de nadie, porque sus padres ya habían muerto.

Ahí estaba como desde hace 45 años, en un lugar que se sabía de memoria, cada centímetro de sus rincones, por eso podía andarlos sin ningún problema.

Cuando estaba en el momento de mayor reflexión, sonaron las cinco de la tarde en Catedral, saboreo cada una de las campanadas; sonrió y se imaginó que era el reloj más bonito del mundo:

Ramiro Gamboa Rodríguez:

Era ciego.

Toks La Plaza Oriente
17:00 18:00 p.m.
8/I/2016

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