Siempre he pensado que las
normalistas ni las amas de casa reales o
Virtuales deben dar clases en
preparatoria
Jean
Piagget considerado el “Padre de la Pedagogía”
Algo sucede en
la mente de los automovilistas (el 99.99% hombres) que al estar cerca de las
vías del tren y escuchar el silbato de que está por pasar; le quieren ganar el
paso y aceleran.
Hasta ahora
nadie ha podido lograrlo. Es más ni el mismísimo David Silva en “¡Esquina
bajan!” (Alejandro Galindo Amezcua 1948) en su papel del chofer de autobús;
Gregorio del Paso.
Ernesto Mendoza
Hernández desde chico tuvo problemas económicos, los cuales propiciaron que
dejara de estudiar y terminara con muchos trabajos la primaria.
La pobreza de la
familia hizo que abandonara los estudios y tuviera la necesidad de aportar
dinero para el mantenimiento de la misma que era numerosa.
En total la
conformaban 10 integrantes (Sus padres y siete hermanos) de edades muy
diferentes, pero con la misma estrechez económica que él, que era el mayor.
Así desde los 12
años desempeñó varios oficios,
permitidos y no por la Ley del trabajo infantil; las cuales le generaban mucho
o poco dinero; dependiendo del lugar.
Hasta que a los
18 años encontró un trabajo estable; contratándose como chofer de una de las
tantas líneas de microbuses que abundan el Estado México.
Ernesto era un
conductor atípico: Bien vestido; amable con los pasajeros; escuchaba la música
a un volumen normal, pero sobre era muy respetuoso para conducir.
En el 2015 a los
20 le ofrecieron más dinero para manejar
en otra línea; aunque no estaban las unidades en tan buenas condiciones; aceptó
porque ya se había casado y era padre de una niña.
Continuaba
siendo un chofer serio; sin embargo, empezó a tener varios incidentes de
tránsito, debido a las fallas mecánicas de las unidades que manejaba.
Hizo los
reportes correspondientes, pero al ver que eran completamente ignorados; decidió no quedarse más y adecuarse a sus
condiciones actuales de trabajo.
Un día a finales
de diciembre del 2015; se levantó con una hiperactividad bastante rara y
completamente inusual para su tranquila personalidad.
Su ruta iba del
Municipio de Cuautitlán de Romero Rubio en el Estado de México a la estacan del
Metro Politécnico del Distrito Federal
el cual había cubierto infinidad de veces.
De pronto al
acercarse a las vías del tren y oír el
silbato del de la maquina anunciando su paso, un torrente de adrenalina se
apoderó de todo su cuerpo y aceleró para ganarle la carrera.
El motor y el
microbús se detuvieron a la mitad de las vías y cuando rezaba resignado el
choque con todas sus consecuencias:
Ernesto Mendoza
Hernández:
Se despertó
sudando.
(1).- Título de una canción del Maese panameño
Rubén Blades
Sala de mi casa
22:00 - 23:00
20/II/2016
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1 comentario:
Caballero que bueno que todo era un sueño aunque si muchas personas suelen hacer eso pero la adrenalina también se vive en el color ambar del semáforo
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