No
andaba muerto; andaba de parranda
Oído en Gayosso
El
tema de la muerte en la Ciudad de México tiene varias aristas. El principal es
que se toma a broma y hasta con jocosidad; y tiene en este aspecto en “La
Catrina” creada por José Guadalupe Posada, su mayor representante.
También
está la variante del desprecio plasmado mejor que nadie por
José Alfredo Jiménez Sandoval, que lo adoptamos como chilango, cuando
estamos en plena borrachera, con su ya legendaria frase:
“La
vida no vale nada”
Por
último esta la leyenda negra de la venta obviamente ilegal, de cadáveres a las
escuelas de medicina, incluyendo a la UNAM para que los alumnos hagan sus
prácticas.
Rodrigo
Valdés López era estudiante en una escuela de medicina particular, de tan
escasos recursos, que estaba en el límite de la legalidad y los colegios
“patito”
Por
tal motivo sus prácticas no las hacían con cadáveres reales; porque costaban muy caro y el presupuesto de su
institución no alcanzaba para adquirir uno.
De
esta manera ensayaban literalmente en cadáveres de plástico “Mi Alegría” y por
lógica lo que aprendían, les serviría muy poco cuando ejercieran como médicos.
Cansado
de esto, Rodrigo fue a hablar con el Director y como única respuesta obtuvo:
“Si
usted consigue el cadáver: Adelante”
Entre
las escuelas y los estudiantes de medicina era un “secreto a voces” el nombre y
ubicación de las funerarias que vendían cadáveres, los cuales obtenían de
falsas incineraciones.
El
principal problema era el costo de los cuerpos, que iban de 10 mil a 50 mil
pesos dependiendo de muchos factores, principalmente la edad y el buen estado.
El
domingo 1 de noviembre llegó a la Funeraria “El último viaje” ubicada en la
Delegación Iztapalapa a unos 15 minutos en pesero del metro “Constitución de 1917”
Se presentó con el dueño como
estudiante de medicina. Al escuchar eso, sabía que le iba preguntar sobre el
precio de los cadáveres:
Rodrigo Valdés López le dijo:
“¿No
me da mi calaverita?”
Comedor
de la Casa de Dacne
22:00
- 23:00
p.m.
31/X/2015
1 comentario:
Jajajaja Caballero me hizo reir con lo de la calaverita bueno no creo que le modificara el precio jajajaja muy buen cuento
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