Soy más desorientado que una
quinceañera de clase
alta
El Cartero Desconocido
En la ciudad de México en particular y en todo
el país en general, los mexicanos no sabemos decir:
“No sé”
cuando nos preguntan sobre una dirección, mandamos a cualquier lugar a la persona que
nos pidió la información y pocas veces le damos el sitio o ubicación correcta.
Por
tal motivo, cuando andemos buscando un lugar, podemos recurrir en grado extremo
a la legendaria “Guía Roji” o preguntarle sólo a:
Carteros, repartidores de productos y
barrenderos
contra lo que se pudiera pensar, a policías no,
porque casi nunca viven en la colonia donde los pusieron a trabajar.
Juan José Rodríguez Prado era un “chilango” de
“pura cepa” que se sabía muchos de los trucos que se necesitan para vivir en
esta Ciudad incluyendo como transportarse en Metro y a quién preguntarle cuando
buscara un sitio que no conocía.
Otra cosa que lo distinguía era lo
anticonvencional que era a la hora de vestirse, por más que sus amigos y
familiares le dijeran que se arreglara mejor para que estuviera presentable.
También le repetían mucho el refrán, antes de
un:
“Recuerda como te ven te tratan”
Les decía que sí y a veces les hacía caso, pero
la mayor parte del tiempo, a menos que fuera estrictamente necesario, la mayor
parte del tiempo, se vestía sin tanto adorno.
Pensaba que los demás podían “Decir misa” de
él, que solo le haría caso a las personas más cercanas, porque si no, tendría
que “Prestar oídos” a cientos de opiniones.
Porque al ser un caminador de todas las calles
sobre todo el centro, se encontraba de frente con muchos peatones y con algunos
de ellos intercambiaba palabras.
También a la hora de pedir un servicio o entrar a
un restaurante, tenía contacto directo con gerentes y meseras, Con dos que tres
tenía la suficiente confianza para permitirles meterse en su forma de vestir.
Hubiera seguido con su manera despreocupada de
vestir y sin hacerle caso a los consejos bien intencionados de sus amigos y de
sus familiares más queridos para él, hasta que se dio cuenta que tenía que
cambiar.
Un domingo su hermana le dijo que se vieran en
un salón donde practicaba baile con su esposo e hija y se encontraba al lado de
un templo cristiano.
Se bajó de la estación del metro Romero Rubio y
empezó a buscar el salón, pero 20 minutos después, estaba completamente
perdido, aunque cerca del lugar.
Se decidió preguntarle a una señora:
-Estoy buscando un salón de baile que está al
lado de un templo o iglesia. ¿No sabe dónde se encuentra?
Lo miró de
“Pies a cabeza”, poniendo atención a su forma de vestir y le respondió
a:
Juan José Rodríguez Prado:
-La iglesia de “Pare de sufrir” está en la
siguiente calle.
Sala de mi casa
22:30 - 23:30 p.m.
28/VII/2013
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