Yo no soy analfabeta; soy analfabeto
Oído en Iztapalapa
Con excepción de Cuba, en todos los países de América Latina, en menor o mayor grado existe analfabetismo, cuando resulta inexplicable que en el 2025, con todos los adelantos técnicos, siga habiendo gente que no sepa leer ni escribir.
En pueblos
alejados “De la mano de Dios”, donde la mayoría de la gente son campesinos, se
podría entender este retraso educativo, porque no hay escuelas cerca de esos
lugares y a los padres de familia, les interesa más que sus hijos sean
productivos económicamente, a que aprendan sus primeras letras.
Pero que exista analfabetismo en la
Ciudad de México, resulta incomprensible, porque sin importar la posición
económica, la mayoría de los capitalinos están conectados con la sociedad.
Al enterarse que en el Distrito
Federal, había, aunque mínimo, analfabetas (Sólo 0.6% de la población total)
Rosaura Márquez Espinosa, estudiante del cuarto semestre de Comunicación en la
UNAM, decidió poner su “granito de arena”
Pensaba que si
gracias a ella 100 personas de su comunidad aprendían a leer y escribir,
ayudaría a que en la capital hubiera menos injusticias debido a la ignorancia
de la gente.
Como quería
hacer un curso de regularización en regla y con todos los elementos necesarios,
se dirigió a la Delegación Gustavo A. Madero, para que la asesoraran.
Le dijeron la dinámica de las clases y
le prestaron el material indicado y el tipo de personas a la que debería ir
enfocados los conocimientos que
impartiría.
También le dijeron que parte
fundamental de la asistencia de la gente, es que lo publicitara por medio de
carteles en el centro de su colonia, para que mucha gente supiera del curso.
Con dos semanas
de anticipación en el las pareces del mercado público, puso una serie de
cartulinas en las cuales le informaba a la comunidad del inicio del curso.
En ellas también informaba sobre el
lugar, el día y la hora para que no hubiera ningún tipo de dudas para los
posibles interesados en tomar el curso de actualización.
Llegó el sábado 10 de junio y
exactamente a las 10 de la mañana y en el patio de su casa, lo tenía todo
preparado para enseñar a leer y escribir al mayor número de personas.
Cuatro horas
después no se apareció nadie ante su incredulidad y frustración. El motivo de
que no se hubiera presentado nadie, eran los mensajes invitando al mismo curso:
Rosaura Márquez Espinosa había puesto:
“Si no sabes leer ni escribir, nosotros
te enseñamos”
La Casa de Las Lunas
22:00 p.m.
– 23:00 p.m.
5/VII/2025
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