Para Ana Elizabeth García Vilchis
Que
es encantadora
Si
no quieres que te diga mentiras; no me hagas preguntas
Oído
en Palacio Nacional
Existen apodos que
son absolutamente geniales y que encierran a la perfección la personalidad de
la gente a la que se los ponen; muchos de ellos son deportivos como:
“El hijo del
viento”; “El esteta de Nueva York”; “El campeón de la gente” “La mujer eterna”
y el que hoy nos ocupa.
La Señorita de Las Mentiras
Desde que la conocía hacía unos cinco
años que se fue a vivir y a trabajar a la colonia Obrera, la misma que vio
nacer y morir a “La Sonora Santanera”
Ana Elizabeth
García Vilchis era una chica que estudiaba la Universidad en la Carrera de
Comunicación. Tenía unos rasgos físicos agradables, una plática agradable y una
forma de ser sencilla y de buen trato; en fin resultaba una chica encantadora.
Por eso no lograba entender el apodo
que le pusieron y le decían a ella; como suele suceder casi siempre a “las
espaldas” de la gente como resultaba con Ana Elizabeth:
“La Señorita de Las Mentiras”
Cuando se la encontraba en la calle,
casi siempre rumbo a la escuela; platicaban cordialmente y le parecía una chica
simpática; con platica agradable y para nada le parecía una muchacha mentirosa.
Lo que sí
desconocía, porque vivía sola; en un pequeño departamento a dos calles de su
casa; era a que se dedicaba para mantenerse y pagar sus estudios
universitarios.
Lo que era un hecho era que su trabajo
o actividad laborar le daba para vivir cómodamente; porque usaba buena ropa;
siempre la veía bien arreglada y hasta elegante.
Ana Elizabeth empezaba a ser un
misterio para Alberto Manríquez Blanquet, que a pesar de que le caía de
maravilla; desconocía casi todo de ella, además de ser estudiante
universitaria.
Hasta que un día
decidió seguirla sin que se diera cuenta; para saber si podía descubrir, por lo
menos en qué trabajaba y el porqué de su enigmático, aunque simpático apodo:
“La Señorita de Las Mentiras”
La siguió en el
metro hasta la Estación Insurgentes de la Línea uno y la siguió a cierta
distancia hasta que llegó a la esquina y el semáforo de la esquina que
comprenden las avenidas: Insurgentes y Reforma.
Sacó una especie de tarjetas que traía
en un portafolio y cuando la oyó decir su extraño pregón entre los automóviles que
se detenían cuando se ponía la luz en rojo; lo entendió todo:
Ana Elizabeth García Vilchis exclamó
con voz potente:
“Mentiras, mentiras, lleve sus mentiras
para toda ocasión: Mentiras, mentiras”
La
Casa de Las Lunas
22:00
– 23:00 p.m.
22/I/2022
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