Para nuestro
Dilecto Amigo Irlandés
En dónde quiera
que se encuentre
De alguna
manera: Todos somos hijos del Cine Mexicano
Papa Francisco
Mucha
gente dice que tanto los indígenas como los pueblos donde viven; son
completamente idílicos, sobre todo en las películas de Emilio “El Indio”
Fernández.
Entonces todas las historias, que
hablen sobre el campo y no sean contadas por uno de sus habitantes, tienen
mucho parecido; con lo que vemos en Pantalla Grande y no sean contadas por una
mujer u hombre campesinos, tienen mucha deuda con esas cintas.
Amalia y Alberto vivían en una hacienda
llena de animales, sembradíos y peones. Tenían 20 años de casados y dos hijas:
Alejandro y Patricia. Los empleados de más confianza eran: Pedro Soria Díaz y
la vieja nana Cecilia.
-Niña Amalia ¿Ya pongo la mesa?
-No
más pera que lleguen los niños y el patrón
Mientras tanto Pedro y el Patrón
hablaban en el cuarto principal de la hacienda:
-Man que asted lo quera patroncito, esta
tierra ya no quieri dar pa más
-Pos
lo que pasa es fácil de averiguarlo. Ansina se divisa que astedes no la laboran como deberían.
-No somo huevone Niño Alberto. Yo mesmo
divise la siembra. Acuérdese su merced: “Todo por servir se acaba”
A las dos de la tarde se sentaron a
comer. Alberto estaba sentado en la cabecera derecha; Amalia al frente y a la
izquierda de él los niños :Patricia y Alejandro.
-Tata ¿Por qué no le dice a la Nana
Cecilia que se lo siente con nosotros?
La nana e menudo y los antojitos a cada
uno de ellos
-¿Cómo pasa a creer el niño Alejandro
que esta vieja puede aposentarse ahí mesmo donde los patrones.
-Mesmamente
lo había tanteado arribando el alba. Mañana mesmo se lo van a sentar con
nosotros la nana Cecilia y Pedro.
Sucedieron varios días haciendo lo
mismo; parecía que la vida no pasaba por “Villa Fernández”. Cuando Pedro Soria
irrumpió en el cuarto de Alberto:
-Patrón
nos está llevando “La tía de las muchachas” tiene rete hartos diyas que no lo
llueve y pos la tierra se empieza a secar.
-No te lo quería decir, con esos
pensamientos te lo vas s podrir en los merititos infiernos; pa que es más que
la verdad.
-Man que asted no lo quera creer, si no lo llueve nos lo vamo a quedar sin animalito ni
siembra, rete probes.
Había
pasado una semana y la sequía se acrecentaba. Empezaron a morir los primeros
animales. La situación empezaba a volverse desesperante para todos.
-¡Tata, Tata! ¡Mi hermanita Patricia se
nos muere!
Alberto llegó corriendo al cuarto de su
hija vio tendida en su cama y ¡ardiendo
en calentura!
-Mi niña no nos dejes te lo queremos
mucho
Se arrodilló. No tuvo las fuerzas para
ver a su esposa Amalia y a su hijo Alejandro y empezó a rezar.
-Madre Santa. Sálvame a ni Patricia, no
me importa que a la tierra se la lleve la fregada, pero a mi ángel déjalo aquí.
Con
voz muy débil Patricia les dijo a sus papás:
-Tatas mis “tilichitos” están arriba en
el arbolito. Me voy a subir tantito pa ver si lo veo llover.
Dejó de hablar y esbozó una
sonrisa
En esos momentos empezó a llover en: ”Villa
Fernández”
Comedor de la Casa
de Dacne
22:00
-23:00 p.m.
4/IVV/2020
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