Yo no
soy analfabeta; soy
analfabeto
Oído
en Iztapalapa
Con excepción de Cuba, en todos los
países de América Latina, en menor o mayor grado existe analfabetismo, cuando
resulta inexplicable que en el 2019, con
todos los adelantos técnicos, siga habiendo gente que no sepa leer ni escribir.
En
pueblos alejados “De la mano de Dios”, donde la mayoría de la gente son
campesinos, se podría entender este retraso educativo, porque no hay escuelas
cerca de esos lugares y a los padres de familia, les interesa más que sus hijos
sean productivos económicamente, a que aprendan sus primeras letras.
Pero
que exista analfabetismo en la Ciudad de México, resulta incomprensible, porque
sin importar la posición económica, la mayoría de los capitalinos están
conectados con la sociedad.
Al
enterarse que en el Distrito Federal, había, aunque mínimo, analfabetas (Sólo
0.6% de la población total) Rosaura Márquez Espinosa, estudiante del cuarto
semestre de Comunicación en la UNAM, decidió poner su “granito de arena”
Pensaba
que si gracias a ella 100 personas de su comunidad aprendían a leer y escribir,
ayudaría a que en la capital hubiera menos injusticias debido a la ignorancia
de la gente.
Como
quería hacer un curso de regularización en regla y con todos los elementos
necesarios, se dirigió a la Delegación Gustavo A. Madero, para que la
asesoraran.
Le
dijeron la dinámica de las clases y le prestaron el material indicado y el tipo
de personas a la que debería ir enfocados los conocimientos que impartiría.
También
le dijeron que parte fundamental de la asistencia de la gente, es que lo
publicitara por medio de carteles en el centro de su colonia, para que mucha
gente supiera del curso.
Con
dos semanas de anticipación en el las pareces del mercado público, puso una
serie de cartulinas en las cuales le informaba a la comunidad del inicio del
curso.
En
ellas también informaba sobre el lugar, el día y la hora para que no hubiera
ningún tipo de dudas para los posibles interesados en tomar el curso de
actualización.
Llegó
el sábado 19 de octubre y exactamente a las 10 de la mañana y en el patio de su
casa, lo tenía todo preparado para enseñar a leer y escribir al mayor número de
personas.
Cuatro
horas después no se apareció nadie ante su incredulidad y frustración. El
motivo de que no se hubiera presentado nadie, eran los mensajes invitando al
mismo curso:
Rosaura Márquez Espinosa había puesto:
“Si no sabes leer ni escribir, nosotros
te enseñamos”
Sala
de la Casa de Dacne
22:00
– 23:00
10/X/2019
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