Este blog fue creado pensando en Dacne y está dedicado a Wendy González Salinas

domingo, 25 de enero de 2015

TODOS LOS DÍAS EN CATEDRAL (CUENTO) Por Carlos Bernal Romero

-¿Es  la  Escuela Nacional de Ciegos?
-No,   la  Academia de Árbitros de Fútbol
Oído  al  pasar

Todos los días al pasar por La Catedral, lo veía a las afueras de la puerta principal y siempre me detenía a darle una limosna. Ese alto en mi camino, era un tranquilizante antes de llegar a mi trabajo.

Era un hombre de mediana edad; piel morena, barba semicrecida de más de una semana, delgado y de pelo largo, sombrero descolorido, lentes negros y ropa derruida. Junto a él estaba un perro con un letrero colgado en el cuello que decía: “Ciego”

Cuando salía de mi trabajo caminaba siempre a La Catedral; para poderlo verlo otra vez y platicar un rato con él. De alguna manera “El Ciego de la Catedral”; se había vuelto parte de mi vida.

Al subirme al metro para regresar a mi casa; en todo el trayecto pensaba en lo triste que era la vida de un invidente. Para mí la ceguera era la peor de las enfermedades; porque uno se quedaba imposibilitado para ver las cosas bellas de la vida. Simplemente quedar en tinieblas era como regresar al vientre materno.

Al  llegar a mi casa trataba de abrir la puerta, que había cerrado con llave, con los ojos cerrados, para experimentar lo que sentía uno de ellos. A veces lo lograba y entraba así a mi casa, la mayoría de las ocasiones no y entraba viendo.

Poco a poco me fui interesando por saber todo acerca de los invidentes lo hice principalmente por dos cosas:

Para tratar de ayudar y comprender a las personas que tenían este problema y la segunda para salir de la rutina.

Primero leí todo acerca de ciegos famosos. Después empecé a estudiar el sistema Braille. Pasé tres meses dedicado a esa actividad e inmediatamente después traté de ayudar al “Ciego de La Catedral”

Llegué a donde estaba él y sin reconocerme dijo:

“Una limosnita para este pobre cieguito”

Saque una moneda de mi bolsa y se la di:

-Tenga buen hombre

Me iba a retirar cuando prense:

“Ahora o nunca”

-Oiga ¿Por qué no intenta buscar trabajo? Hay muchos empleos para invidentes y podría vivir dignamente.

-Gracias así estoy bien

-Pero…

-Por favor váyase, me asusta a la clientela

Me separé sin comprender la actitud de ese hombre. ¿Por qué trabajaba pedir limosna a trabajar honestamente? Como era sábado pude quedarme para observar a qué hora se iba y en dónde vivía.

Cuando empezaba a oscurecer, el ciego se levantó del lugar que ocupaba. Tomó la correa de su perro y empezó a caminar, Grande fue mi sorpresa al mirar que se detuvo en un puesto de periódicos: para leer los encabezados de los diarios.

Enojado lo intercepté y le dije:

-Oiga esto es una burla ¿No que estaba ciego?

Me miró de pies a cabeza y en tono serio me dijo:

-El ciego es mi perro.

Sala de mi casa
22:00  -  23:00 p.m.
24//I/2015

2 comentarios:

martukish dijo...

jajajjajajajajajaja que "lacra" el "invidente" jajajajajaajaja tss ya no hay respeto

Unknown dijo...

Caray caballero, que impresión se llevo nuestro protagonista de esta historia, pero si, bien podemos pasar desapercibidos los que realmente somos ciegos del alma y de corazón, a estas alturas de los tiempos, es difícil detenerse a ver a alguien asi.... pero que bueno que despertó interés aunque es difícil enseñar a un perro a leer...