Para Marcela
¡Ah qué! ¿Cabremos todos?
Donald Trump
Ante
la posibilidad de perder las próximas elecciones
Como buena mujer
de la costa (específicamente de Guerrero) Marcela Muñoz Cortés,
traía las tres d:
Desenvuelta, dicharachera y desinhibida
Pero cuando
alguien es así y vive en la llamada “Tierra Caliente” pasa desapercibido,
porque los demás ven su forma de actuar y oyen su vocabulario como algo
natural.
El problema para
Marcela fue que al cumplir los 15 años, su mamá decidió irse a vivir a la
Ciudad de México con todo lo que implica un cambio tan radical.
Pero como en su pueblo no había reglas
ni restricciones al respecto, Marcela continuó usando su “Lenguaje florido” en
todos lados, incluido el colegio.
Hasta que un día
un maestro sin saber sus orígenes ni motivos que tenía para hablar de esa
manera, le hizo un reporte y le mandó un citatorio a su mamá.
Molesta porque no le gustaba ir a las
escuelas la regañó como nunca en su vida y le advirtió que no aguantaría otra
situación similar por ningún motivo.
De esta manera (Como los argentinos que
se quitan el acento) se forzó a no utilizar ese tipo de lenguaje, por supuesto
en contra de su voluntad y a “regañadientes”
Así “Como por
arte de magia” Marcela empezó a hablar con toda propiedad y corrección, que
sorprendió a la gente que la conocía desde hace años.
Cinco años después de ese suceso y con
el regreso de su novio de los Estados Unidos, a los 23 años decidió casarse
tanto por el civil como por la iglesia.
Le llevaron los
papeles al cura que iba a oficiar la misa y después de revisarlos le dijo a
ella:
-Antes de contraer matrimonio tienes
que confirmarte
Al escuchar esto:
Marcela Muñoz Cortés
Casi sin pensarlo le dijo:
-¿A mi edad? ¡No la chingue padre!
Comedor de la Casa de Dacne
22:00
– 23:00 p.m.
4/VII/2020
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