Este blog fue creado pensando en Dacne y está dedicado a Wendy González Salinas

domingo, 9 de febrero de 2020

EL DIVORCIO (CUENTO) Por Carlos Bernal Romero

Yo no me caso compadre querido
Enrique VIII

Se supone que todos los:
       
Estados, municipios, ciudades y pueblos

que están dentro de la República Mexicana, deben obedecer a la Constitución y no pueden actuar o dictar leyes que la contradigan

Sin embargo hay comunidades sobre todo en:
         
Chiapas, Oaxaca, Puebla y Guerrero

que no la obedecen y se rigen con los llamados:

Usos y costumbres

y  por lo general son muy machistas

Un pueblo que se regía de esta manera era “Los Hernández de arriba” ubicado en la sierra de Guerrero y en el cual desde tiempos inmemoriales habían gobernado los hombres.

Por tal motivo todas leyes estaban dictadas a favor de los hombres y se podría decir que en contra de las mujeres, que se encontraban totalmente indefensas legalmente.

Una de esas absurdas costumbres era que no existía el divorcio y una mujer, obviamente casada, no se podía divorciar de su esposo y éste no se lo concedía.

No importaba si él tuviera otra familia, tampoco si el hombre hubiera dejado o abandonado el hogar conyugal desde hacía mucho tiempo y nunca  volviera.

Aun así en 1990, cuando tenía 30 años Enriqueta Velázquez Jiménez a sus 30 años se presentó ante un juez familiar y le dijo:

-Quiero divorciarme de mi esposo

Por más que le dijo que su marido sólo había vivido con ella dos años y  llevaba tres años desaparecido; el juez le dijo:

-Si él no se lo concede; es imposible

A principios del 2020 por fin el tanto el Gobierno Federal como el Estatal se acordaron de “Los Hernández de arriba” e indicaron que “Los usos y costumbres” no podían estar por encima de la Constitución.


Feliz con esa noticia y 30 años después que lo pidió por primera vez;  le dijo a un juez:

-Quiero a divorciarme de mi esposo

Le preguntaron el nombre de su marido y después de cinco minutos le dijeron:

-No puede hacerlo

Sin creer lo que escuchaba:
         
Enriqueta Velázquez Jiménez
         
Únicamente alcanzó a balbucir:
        
-¿Por qué?
         
Con tranquilidad el juez le contestó:
        
-Porque su esposo está muerto.
Sala de la Casa de Dacne
22:00 -23:00 p.m.
8/II/2020

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