Este blog fue creado pensando en Dacne y está dedicado a Wendy González Salinas

domingo, 1 de julio de 2018

PÉREZ E JIJOS (CUENTO) Por Carlos Bernal Romero

La Llorona no llora porque se fueron sus hijos:
Sino porque regresaron
Oído en Neza


         Por fin después de varios años de sacrificios, el señor Pérez había podido abrir la tienda de aparatos electrónicos que soñó. Con  él estaban sus hijos: César, Rodolfo y Pedro.

Antes de inaugurarla los reunió y les dijo:

-Esta tienda es nuestro único matrimonio. Si funciona podemos abrir sucursales, si no, nos hundimos. Yo pondré todo mi esfuerzo, espero lo mismo de ustedes.

La tienda vendía exclusivamente aparatos nacionales, porque el señor Pérez creía en lo hecho en México, aunque sus hijos siempre le decían lo contrario. En los primeros días las ventas estuvieron muy bajas, por lo que César. Rodolfo y Pedro le dijeron:

-Padre si no vendemos artículos importados, no la vamos a hacer

-Paciencia poco a poco vendrá la gente, recuerden somos la única tienda que vende aparatos nacionales; por lo menos la gente se acercará a “Pérez e hijos” por curiosidad.

-Pues de curiosidad, no vamos a vivir

La gente empezó a visitar la tienda de Los Pérez, se les hacía raro que sólo vendieran puros artículos del país y aunque sólo compraban por curiosidad; compraban al fin y al cabo.

Los hijos empezaron a ver los resultados de la teoría de su papá; el dinero empezaba a fluir a manos llenas y eso los tenía felices. Un día apareció en los aparadores de la tienda una grabadora japonesa, esto enfureció al señor Pérez, que de inmediato llamó a sus hijos:

-¿Quién puso este aparato?

Los tres se quedaron callados

-Espero que no se vuelva a repetir

Aun así y a pesar del enojo de su padre; los anaqueles se empezaron a llenar de aparatos extranjeros. Esto enfurecía al padre, pero al preguntar por el culpable, nunca obtenía una respuesta.

Él sabía que el responsable era su hijo mayor César, pero no le quería hablar, para no crear una tormenta. Un día ya no pudo más y le reclamó a los tres:

-¡Qué diablos pretenden hacer con mi tienda!

-Lo sentimos padre, pero acabamos de hacer unos movimientos y ahora este negocio nos pertenece, queremos que no nos molestes más y hagas el favor de retirarte.

Sin entender del todo lo que escuchaba, se fue. En la noche regresó a la tienda y con una escalera se subió a la fachada, tomó una pintura de spray y en el letrero que decía: “Pérez e hijos”:

Encima de la h, puso una j.
Sala de la Casa de Dacne
22:00 - 23:00 p.m.
30/VI/2018

1 comentario:

Unknown dijo...

Renovarse o morir jeje jijos del maiz