Para
Lucina
En
donde quiera que se encuentre
Si
me preguntas mi peso; prefiero decirte mi edad
Paquita
la del Barrio
De los pocos logros obtenidos por los
gobiernos perredistas en la Ciudad de México es dejar entrar gratis a los
discapacitados y personas mayores de 60 años al Metro.
Así la gente que
se encuentra en la llamada “Tercera edad” con mostrar su credencial del
Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (INAPAM) a los policías que
cuidan la entrada a las estaciones, pasan sin dificultad.
Las historias en
este sentido varían según el sexo del usuario. Los hombres la sacan
instintivamente de la bolsa de su camisa para enseñarla la identificación que
debe ser oficial.
Mientras que las
mujeres por lo general pasan sin ver al “azul”, ignorándolo por completo; dan
por hecho que se les debe permitir la entrada nada más por su condición
femenina.
A ellas no les importa si cargan o no
con el documento y mucho menos si tienen 60 años o más; les basta con
aparentarlos, Tan solo pasan y ¡Ay de aquel! que se interponga en su camino.
Marcela Juárez
Fernández tenía una edad indeterminada como las mujeres de las historias de
Gabriel García Márquez; aunque todo parecía indicar que temía más de 50 años; o
por lo menos su media docena de hijos lo hacía suponer; no tenía la credencial
del INAPAM.
Esa circunstancia
no le quitaba el sueño y cada vez que se subía al Metro, hacía el truco de
buscarla en su bolsa de mano; y de esa manera se metía al interior de las
estaciones sin mostrar nada y sin pagar boleto.
Además, estaba consiente que
difícilmente la iban a detener: exigiéndole la dichosa credencial. Parecía de
57 años y por tres que le faltaban nadie se iba a pelear.
Acostumbrada a
esta situación y a la facilidad con la que creía que engañaba a los oficiales,
dejó de echar identificaciones personales a su bolsa; confiando únicamente en
sui truculenta búsqueda.
El viernes 4 de marzo llegó a la
estación “Insurgentes” que por cierto ya eran sus “clientes” favoritos y
habituales y se dirigió a la puerta por donde entraba las personas mayores;
para empezar con su pantomima.
Al salir siempre victoriosa empezaba a
portarse un poco arrogante y ya no volvía para al oficial, por lo general un
hombre al que le tendría que enseñarle la credencial.
60 segundos
después cuando encaminaba sus pasos al andén a:
Marcela Juárez Fernández
La detuvo un policía tan viejo como el
tiempo; diciéndole:
"Sigo esperando su credencial:
Jovencita".
Casa
de las Lunas
22:00
– 23:00 p.m.
23/XI/2024